África austral y Oaxaca comparten el sur, la historia, el arte y la muerte

La Nueva España era un lugar que acumulaba oportunidades, dudas y, por supuesto, diversas culturas extranjeras dispuestas a sentar las bases de un nuevo hogar. “México ha sido y es una frontera entre pueblos y civilizaciones. [...] Pero las fronteras no sólo son obstáculos divisorios sino puentes”, escribió Octavio Paz en su breve ensayo Voluntad de forma.

Un cirujano (y barbero) criollo de la Ciudad de México trataba de hacerse de un nombre en este virreinato. Tenía las habilidades, los bienes y la sangre española para conseguir un “cargo de propiedad”, un espacio propio. Se le negó. Todos los requerimientos estaban en orden, pero su genealogía tenía un pequeño inconveniente: su madre era de origen africano. Su herencia fue delatada, y su piel, como la de muchos otros, adquirió un nuevo significado. Más tarde, el criollo tuvo una relación con una mujer llamada Pascuala de Santoyo, con acentuados rasgos africanos, de la cual resultó hijo el pintor novohispano Juan Correa.

Correa se convirtió en uno de los pintores más representativos de la época, y su origen racial tuvo un peso importante en su trabajo, llegando a pintar a vírgenes y ángeles con tez morena, algo inusitado para la época. Sin embargo, muchos afrodescendientes no tuvieron la misma suerte que este pintor barroco. La gran mayoría estaba sujeto al yugo del esclavismo, la explotación y el maltrato. Su esencia, su cultura, se vio mermada por la fuerza de sus captores, pero su voluntad prevaleció, y de ella surgieron expresiones que unieron aún más a las comunidades que conservaban estos rasgos propios de la lejanía, de un continente a un océano de distancia.

En estados como Oaxaca, existen hasta nuestros días diversas poblaciones con características propias del continente africano, tanto físicas como culturales. Por ejemplo, 16 municipios ubicados en la Costa Chica están habitados principalmente por los descendientes de esclavos que fueron comercializados en Veracruz en el siglo XVI para trabajar en plantaciones o como servidumbre.

Otros puntos en común que África y México se encuentran en el contexto cultural, algunos derivados de este sincretismo, y otros más por, quizás, simple coincidencia. El culto a la muerte es una de las tradiciones más preponderantes en todo el mundo, muchas veces visto de forma lúgubre, seria, casi triste. Mas en otras latitudes, como en México y en el sur de África, al fin de la vida, a ese paso hacia el Más Allá, se le ve de forma distinta.

El ya afamado Día de los Muertos es una de las efemérides más características de México, donde el regreso de aquellos que partieron significa una alegría por el recuerdo, recuerdo que se detona a través de la comida, las imágenes, las anécdotas, la bebida y las risas alrededor de tumbas adornadas con ofrendas, flores e unión. En resumen: es un tributo a los muertos, no porque lo que son ahora sino por lo que fueron en vida.

En el sur de África, por su parte, tienen su propia forma de acercarse a la muerte, como la llamada danza Toyi-Toyi, que tiene sus orígenes en Zimbabwe y que se utiliza como parte de las protestas políticas en aquella región. Viejos, niños, obreros y predicadores danzan, golpean sus pies contra el suelo rojizo del sur de África, estableciendo el ritmo de un baile en el que se conjuga la pulsión de vida y la muerte que acecha. La danza ocurre de noche, porque en su clandestinidad se crearon fuertes vínculos solidarios entre pueblos antiguos y naciones jóvenes, entre ancestros comunes y el espíritu de dignidad.

Así, Oaxaca, una de las regiones con mayor densidad población de afrodescendientes en México, y África austral comparten una historia, una visión de la realidad impuesta por la arbitrariedad de las acciones del pasado, pero matizada por las bondades de un lugar que adoptó a aquellos parias que lo hicieron su nuevo hogar, creando puentes por donde deambulan tradiciones, una cultura que apela a la memoria, al “fuimos” para poder decir “somos” y “seremos”.

Tomando como antecedente este contexto, se creó la exhibición Hacer Noche, la cual mira comparativamente, a través de la visión del arte contemporáneo, las relaciones que sociedades como las del sur de África o la mexicana tienen con la muerte, buscando así un punto de partida hacia una investigación más amplia respecto a formas comparativas para relacionar la historia de estas dos regiones postcoloniales. Se trata de un proyecto de gran escala y una iniciativa que reúne al arte contemporáneo y a artistas del sur de África con un rico contexto cultural mexicano, a lo largo de un programa de exposiciones, residencias, publicaciones y una conferencia.

El programa de residencias iniciará el 1 de octubre y las exhibiciones se inaugurarán en diversos espacios de la ciudad de Oaxaca del 4 al 10 de noviembre, y estarán abiertas hasta el 5 de febrero de 2019, incluyendo más de 200 obras de artistas como William Kentridge, Marlen Dumas, Moshekwa Langa, Kemang Wa Lehulere y Ernest Mancoba, entre otros más.

Fuentes:

https://books.google.com.mx/books?id=lXrYZsD7uc0C&pg=PA264&lpg=PA264&dq=Pascuala+de+santoyo&source=bl&ots=TZo1uYqRGZ&sig=-nwwK1TSyrEjuqX2u6S248hCxZs&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwjq5d22n-jdAhUE7awKHcBlBwwQ6AEwAXoECAgQAQ#v=onepage&q=Pascuala%20de%20santoyo&f=false

https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/la-raiz-africana-en-mexico

http://www.sinembargo.mx/14-08-2015/1449682

Hacer Noche - Sudáfrica y Oaxaca.docx

DOCX - 426 Kb

Consigue actualizaciones en tu bandeja de correo

Al hacer clic en "Suscribirse", confirmo que he leído y acepto la Política de Privacidad.

Sobre Hacer Noche

Hacer Noche es una exposición de gran escala y una iniciativa de Idris Naim A.C. y el Instituto Nacional de Bellas Artes de México, la cual reúne a artistas de África del Sur en un rico y variado contexto cultural mexicano a través de un extenso programa de exposiciones y residencias. El programa de residencias comenzará a partir del 1 de octubre de 2018 y las inauguraciones de las exhibiciones se realizarán en los distinto museos y espacios dedicados en la ciudad de Oaxaca del 4 al 10 de noviembre de este mismo año. Se trata de un proyecto apoyado por instituciones como la Fundación Alfredo Harp Helú; la A4 Art Foundation de Sudáfrica; la Asociación de Amigos del IAGO y el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y la SecretarÌa de las Culturas y las Artes del Estado de Oaxaca.

Contactar

Laredo #21, 201, Colonia Condesa, 06140, Cuauhtémoc, CDMX, México

lizbeth@another.co

www.idrisnaim.com